domingo, 8 de agosto de 2010

Las tragedias de Uxpanapa

Milenio.com, Dom, 08/08/2010 - 06:15
Agustín del Castillo, enviado

La región, que prolonga hacia el norte del istmo la gran selva de los zoques, fue escenario del fracaso de un experimento colectivista sustentado en la destrucción de vastos bosques tropicales húmedos.


Uxpanapa, Veracruz.- Seamos realistas, hagamos lo imposible”, dice todavía hoy, en lenguaje revolucionario, altivo y mesiánico, el corroído letrero enclavado sobre la carretera que lleva de La Esmeralda a los poblados numerados —del uno al quince, con racionalidad casi soviética—, evidencia del prematuramente avejentado experimento colectivista de Uxpanapa.

La región es una antigua selva húmeda transformada en páramo en menos de un lustro por los visionarios planificadores del gobierno de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), que soñaban con establecer un Jauja que le daría soberanía alimentaria al país y, de paso, demostraría que los indígenas podían ser el “hombre nuevo” indispensable para una economía planificada, centralizada, sin visos de individualismo y controlada desde las burocracias gubernamentales.

Pero estos ecosistemas tropicales tienen suelos delgados, precarios, aunque aparenten otra cosa con la enorme y lujuriante masa forestal que sustentan: no son los más aptos para la producción agropecuaria. El otro pero es que los indígenas tienen cultura propia y una milenaria visión de mundo, y no iban a ser vacíos, pasivos y obedientes receptores de las doctrinas del progreso, de las cuales siempre han desconfiado.

No considerar estos dos elementos explica lo que pasó a partir de 1974 en la parte norte de las grandes selvas del istmo de Tehuantepec.

“El extraordinario desarrollo de la vegetación ha señalado al trópico como poseedor de una gran fertilidad en sus suelos. Sin embargo, son más pobres y frágiles que los de las regiones templadas. Esto se debe principalmente a que las selvas o bosques en zonas cálido-húmedas no pueden aumentar por sí mismos la cantidad de humus en sus suelos. Existe ahí un equilibrio constante entre la producción de materia orgánica —la cual constituye el humus— y la asimilación de la misma. Si se altera el equilibrio ecológico, se degeneran la vegetación, los suelos y los ciclos del agua; el daño puede ser irreversible, y hay casos de zonas selváticas que llegan a transformarse en verdaderos desiertos…”, señalaban en 1988 Miguel Székely e Iván Restrepo (“Frontera agrícola y colonización”, Centro de Ecodesarrollo), a propósito del “milagro de Uxpanapa”.

No obstante, lo imposible se hizo. En un programa de reubicación de quince mil indígenas chinantecos que perdieron sus asentamientos por la edificación de la presa Cerro de Oro, Oaxaca, se estableció una nueva geografía regional: red de caminos, caseríos, tuberías, calles, drenajes, electricidad, escuelas y clínicas. Muchos de los colonos fueron transportados por aire a zonas secularmente inaccesibles. Y se comenzó el desmonte. Primero, con los instrumentos artesanales de los propios indígenas; después, con maquinaria pesada. “Ponían unas largas cadenas y las jalaban entre dos vehículos muy grandes, como orugas, y se llevaban palos de más de 30 metros”, explica don Luis Cayetano, un habitante de El Seis (La Laguna), mientras muestra al forastero la inmensa llanura con ganado, cultivos y casas que se abre frente a sus ojos, donde hace poco tiempo había una soledad de bosques y fieras.

Además de la migración planificada de chinantecos, se alojaron numerosos ejidos mestizos y de otras etnias, y todavía en los años ochenta se recibió una migración zoque de Chiapas, expulsada por la erupción del volcán Chichonal, que ocuparon los espacios más serranos y aislados.

La selva se redujo, y se vivieron los efectos que siempre encuentra la sabiduría campesina. “Nosotros vimos que al acabarse los árboles se fue acabando el agua y el clima se amoló. El gobierno nos mandó en los últimos tiempos plantas para reforestar, pero no pegan, porque están muy tiernas y, aunque les echan agua con abono, se acaban… nomás lo que nace solito sí crece”, advierte don Agustín Ángeles Fernández, morador del Poblado Dos.

A 40 años, diversos estudios hablan de la pérdida de 200 mil ha de las selvas más importantes del país, pero sobreviven alrededor de 60 mil ha, que mantienen vida silvestre y conectividad con el gran macizo de Los Chimalapas, en Oaxaca, y con la reserva de la biosfera de El Ocote, en Chiapas.

Esto es el “milagro de Uxpanapa”.

La tierra prometida

En 1971, el gobierno echeverrista integró la Comisión Intersecretarial de Nuevos Centros de Población Ejidal (Coince). “En los programas del Coince se tenía al sureste como posible granero de México”, pues se destacaba que tenía grandes extensiones de tierra inexplorada, fértil y con grandes potenciales, apuntan Restrepo y Székely. “Por la exuberancia de la vegetación tropical, esas tierras podían ser mecanizadas para expandir y diversificar la superficie agrícola nacional” y sacarla de su atraso, pobreza y aislamiento. También se reducirían el déficit de alimentos, el rezago agrario, la migración a las ciudades y el desempleo.

Así nacen, junto con Uxpanapa, otros proyectos como Los Naranjos (Veracruz) y Tenosique (Tabasco). Y, en ese mismo espíritu, en Jalisco se arrasaron 35 mil hectáreas de una selva mediana y baja para abrir la llanura costera de Tomatlán a la producción, irrigada por la presa Cajón de Peña (inaugurada en 1975), que sigue subutilizada.

Uxpanapa era la joya de la corona. Un testigo del proyecto en sus tiempos de ejecución describe: “La madera utilizable era cortada y sacada en camiones. Los árboles restantes, muchos de los cuales medían 30 metros de altura, fueron arrancados con cadenas y arrastrados por tractores, arrojados a la yerba seca y quemados. La tierra se limpió hasta quedar como una cuadrícula de campos de 20 hectáreas cada uno, rodeado con un rompevientos. La basura fue enterrada con pesados arados de disco y la tierra fue sembrada de arroz y maíz. En 1976 fue el primer año que se intentó producir en esa área y más de nueve mil ha fueron sembradas […] las primeras fases del ciclo habían progresado con una facilidad impresionante. Las semillas habían sido sembradas con tractores y desde aeroplanos. A intervalos regulares se habían aplicado fertilizantes, así como insecticidas y fungicidas para controlar plagas y enfermedades”, dice Peter T. Ewell, del Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos (Inireb), en un artículo denominado “Agricultura moderna en la selva tropical”.

No obstante, agrega, se acumuló poco a poco frustración tras frustración: una plaga de hongos, la piricularia del arroz, había dañado una parte importante de la cosecha. Las lluvias no habían cesado, y las trilladoras, “diseñadas en Estados Unidos para condiciones bastante diferentes, no trabajaban bien”. La abundancia de nitrógeno aplicado y el que quedaba del desmonte hacían crecer las plantas de arroz más de lo común. Las máquinas cosechadoras requerían espacios drenados y libres de agua y malezas. Una vara que sobrara del último desmonte podía inutilizarlas por más de medio día.

Su visita es en 1977. “En Oaxaca todos [los campesinos] habían trabajado siempre a mano en un máximo de tres ha; aquí cada familia tenía 20 ha. Tenían la oportunidad de ganar más dinero que nunca y la responsabilidad de proporcionar alimento de grano básico para México”, les decían los burócratas a los chinantecos. Éstos protestaban por la lejanía de sus casas, lo largo de los traslados, el bajo pago por kilo cosechado, el alto costo de la comida.

Los funcionarios con que viajaba Peter estaban frustrados: “No podían entender por qué los indios no se hacían responsables, por qué todo se les tenía que hacer. Se les había tratado con todas las consideraciones desde que habían sido traídos al Uxpanapa por barco y por helicópteros hacía tres años. El gobierno había invertido millones de pesos en caminos, infraestructura, desmonte y crédito, para que un grupo que había vivido en la pobreza pudiera convertirse en miembros [sic] de una comunidad próspera”.

El observador describe la transformación del paisaje: “La primera impresión era sorprendente: el orden imponiéndose sobre la naturaleza. La selva había sido empujada hacia atrás en una línea dispareja, mostrando la tierra roja y piedra caliza blanca…”.

Después asiste a una reunión entre agentes del gobierno y ejidatarios: “El maíz estaba desarrollándose de manera pobre y dispareja; esto, dijo el agrónomo, era realmente culpa de ellos [los campesinos] por no haber seguido las instrucciones sobre fertilización. Es un error común de los campesinos esperar a que las plantas midan 20 centímetros antes de aplicar el nitrógeno; en este clima es importante hacerlo antes para que las plantas se desarrollen con fuerza…”.

Se estaba gestando una Unión de Ejidos, que, según los agentes del gobierno, debía ser pronto una potencia económica nacional, con un sistema colectivo, grandes créditos y alta capacidad de venta, le dijeron a los ejidatarios reunidos. “…los ejidatarios permanecieron callados un momento. Luego, un hombre de unos 40 años se puso de pie […] dijo que a muchas de las personas no les gustaba el sistema colectivo […] algunas personas eran flojas y se aprovechaban de los que trabajaban”.

El agrónomo de la Comisión del Papaloapan le respondió que estaban mal acostumbrados, que los campesinos siempre se toman las cosas con calma. “México nunca progresaría así. Deben asumir la disciplina de la responsabilidad…”.

El observador del Inireb termina su descripción con una visita a un ejido integrado por totonacas que se sumaron a la ola colonizadora. “Los primeros años fueron muy duros: no había escuelas ni doctores, y el río era intransitable dos o tres meses”. Ahora se les pedía integrarse a un poblado chinanteco, pero “habían invertido tremendas cantidades de tiempo y energía en desmontar la tierra y plantar sus huertos, y no querían vivir entre extraños con un idioma y costumbres diferentes”.

El visitante también descubre que las variedades de maíz que sembraban los indígenas eran más resistentes que las híbridas que imponía el gobierno: “Eran mucho más resistentes a diversos problemas: se daban mejor en tierras que habían sido desmontadas a mano en lugar de con máquina, y rendían más que los híbridos”, le informaron.

La Comisión del Papaloapan, entidad gubernamental responsable, fue acusada en los años 80 de ecocidio, de favorecer contratistas de forma irregular con mares de presupuesto público y de la “destrucción sistemática de una cultura india”. Así se realizó la hazaña de lo imposible.

La vida que no renuncia

Don Agustín refiere que cuando él llegó a radicar, en 1975, al Poblado Dos, fue famosa la historia de una campesina que murió atacada por un “tigre” (jaguar). “Dijeron que en un poblado que se llamaba 24 de Febrero mató a una señora, pero fue hace mucho; desde entonces, lo que atacan son a los animales [el ganado]”.

Porque estas tierras, tras el colapso colectivista, se han vuelto ganaderas. Y de forma agresiva se mantienen abiertos los potreros, se talan y queman árboles, y se persigue a la fauna “dañera”.

En San Francisco de la Paz, al final del camino que comienza en La Esmeralda, y donde de Veracruz se vuelve a internar a Oaxaca, son actuales las tropelías del “tigre”.

“Hace como ocho o diez meses un tigre me mató un becerro como de 240 kilos; aún estaba mamando, se reconoce que la vaca peleó con el animal pero éste es muy ágil, y la tumbó a una barranca y la dejó hincada… yo mandé dos perros y se los fregó, aunque no los mató, pero, cuando ya pude ir, le había comido una buena parte a la vaca […] hace cuatro meses dicen que volvió a matar otra, es una hembra que anda parida y anda haciendo mucho daño”, explica José Montero García, comunero de la congregación.

Los investigadores de vida silvestre han detectado una adaptación casi milagrosa de los tapires, el mayor animal silvestre de tierra en México, para evitar a las panteras: se mezclan entre el ganado. Y, como están más habituados a enfrentar a la fiera, a los rancheros les gusta esa costumbre, que beneficia a sus hatos.

Quién pensaría que, a 40 años de depredación, algo quedaba en la región de Uxpanapa, al norte de la selva zoque. Pero la bióloga y genetista estadunidense Jennifer White, de la Universidad de Washington, ha estado cuatro meses el último año en la zona. “El principal problema es el cambio de uso de suelo, pero queda mucha vida: vi un mono araña, un tapir pequeño, mucha gente con pericos o monos como mascotas […] me sorprende que, aunque esté prohibido, para las personas sea algo común capturarlos y llevárselos de la selva”, explica.

La idea es rescatar lo que queda y, en un trabajo que encabeza la Universidad Veracruzana, proponer un área natural protegida.

Parece tarea de titanes. Pero el proyecto Uxpanapa nació entre aromas de utopía, como lo dice su eslogan revolucionario en una carretera vetusta, a la entrada de la selva extinta: “Seamos realistas, hagamos lo imposible”.

México: las selvas en retirada

La vegetación tropical es la más presionada y devastada de México en el último siglo. Ignorando que es el ecosistema que tiene los mayores reservorios de carbono del planeta, las políticas de colonización han sido agresivamente destructivas de selvas húmedas y subhúmedas en el golfo de México, así como de selvas bajas o secas en la vertiente del Pacífico, donde se incluye a Jalisco.

“La zona tropical húmeda es el ecosistema que presenta el índice de deforestación más alto del país, pues en la actualidad sólo se cuenta con 10 por ciento de la selva originaria de México”, apunta el investigador Gonzalo Flores Mondragón (“La biodiversidad terrestre de México y el istmo de Tehuantepec”). Se calcula que a comienzos del siglo XX había de 200 mil a 220 mil kilómetros cuadrados de estos ecosistemas, de los que ahora hay apenas alrededor de 20 mil km2 (la cuarta parte del territorio de Jalisco o cuatro tantos el de Colima, aproximadamente).
La destrucción se dio de forma sistemática, de norte a sur. Y además de las colonizaciones y, en especial, la ganaderización, están los hallazgos de yacimientos petroleros como detonadores de los cambios. La Huasteca, entre San Luis Potosí, Veracruz, Hidalgo y Tamaulipas, que fue la selva perennifolia más al norte del planeta, hoy apenas conserva reductos de sus viejos esplendores, pues se ha convertido en 90 por ciento a la actividad agropecuaria y el comercio. En esta zona nació la industria petrolera mexicana (Ébano, SLP). Luego la reducción drástica se vivió en Veracruz hasta llegar a las selvas de istmo y a la Lacandona, todas víctimas de grandes proyectos de infraestructura y de dotaciones agrarias desmedidas.

La devastación de las selvas bajas las ha reducido a 35 por ciento de su superficie original, y continúan siendo altamente perturbadas pese a ser los espacios silvestres más ricos en endemismos (especies exclusivas) que tiene el país.

El daño

La devastación de la selva zoque en Uxpanapa puede ser uno de los expedientes de destrucción ambiental más importantes en la historia moderna de México. Las fuentes más conservadoras calculan 80 mil hectáreas desmontadas, hasta autores que señalan que los desmontes del proyecto colonizador alcanzaron 200 mil ha.

El gobierno echeverrista, y posteriormente el de López Portillo, pretendieron que el desarrollo de las selvas fuera el arranque de un emporio agrícola de impacto nacional.

Hoy, restan apenas 60 mil ha de selva en Uxpanapa, en un municipio que está entre los 500 más marginados del país.

jueves, 8 de julio de 2010

Reduce gobierno deforestación... en el papel

Greenpeace

Reportaje - julio 6, 2010
A pesar de que en el papel, el gobierno federal asegura que la deforestación se está reduciendo y que anualmente se pierden 155 mil hectáreas de bosques y selvas; en los hechos y de acuerdo con datos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), publicados por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), la pérdida de masa forestal en nuestro país es tres veces mayor por lo que se requiere de otros parámetros de análisis que tomen en cuenta todos los tipos de vegetación existentes en México, señaló Greenpeace.

Deforestación en MéxicoGreenpeace explicó que los criterios del gobierno mexicano para medir la deforestación corresponden al informe nacional que entregó la Comisión Nacional Forestal (Conafor) a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) para su Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales 2010. En este informe se afirma que en el año 2007 se tenía una cobertura de 65 millones 267 mil hectáreas de bosques. Esto significa que entre 1990 y 2007 se perdieron 3 millones 749 mil hectáreas a un ritmo de 288 mil hectáreas anuales. Sin embargo, en el mismo reporte se estima que entre 2005 y 2010 únicamente se perdieron 155 mil hectáreas de bosques por año. Es decir, de acuerdo con el informe, se muestra una marcada tendencia a la baja en la pérdida de los bosques de nuestro país.

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), indican que cada año México pierde 290 mil 693 hectáreas de bosques de coníferas; 95 mil 096 hectáreas de bosques de encino, y 93 mil 133 hectáreas de selvas perennifolias. Es decir, cada año se deforestan 478 mil 922 hectáreas de bosques y selvas. Así mismo, estudios de la UNAM, publicados por la Conabio reportan que la tasa de deforestación en nuestro país es de alrededor de 484 mil hectáreas anuales. Ambas instituciones reportan una tasa de deforestación más de tres veces mayor que la que el gobierno mexicano reportó a la FAO. Cabe destacar que desde 2005, México se encuentra entre los cinco países que pierden más rápido sus bosques y selvas.

Con estos datos de una “supuesta” reducción de la deforestación en el país, el gobierno mexicano está promoviendo su imagen internacional como nación que combate la deforestación y al cambio climático, pero en la realidad no está explicando cuáles son los motivos de la pérdida de bosques en México. No se ofrecen detalles sobre los distintos tipos de ecosistemas existentes, cuál es el estado en el que se encuentran, ni cuáles son los lugares donde se está deforestando y cuáles son sus causas.

En los parámetros para llevar a cabo la Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales, la FAO define los bosques como: tierras que se extienden por más de 0,5 hectáreas dotadas de árboles de una altura superior a 5 m y una cubierta de dosel superior al 10 por ciento, o de árboles capaces de alcanzar esta altura in situ. No incluye la tierra sometida a un uso predominantemente agrícola o urbano.

Esta definición incluye únicamente zonas arboladas por lo que deja fuera a ecosistemas sumamente importantes de nuestro país como los matorrales que cubren el 26.2 por ciento del territorio nacional, chaparrales, mezquitales, la vegetación de humedales como popal y tular, y la de dunas costeras. Todos estos son ecosistemas de gran relevancia debido a la alta diversidad biológica que albergan pero como son característicos de nuestro país, una definición global de bosque no necesariamente los incluye.

De acuerdo con la definición de la FAO, zonas del Parque Nacional Lagunas de Zempoala, por ejemplo, que han sido arrasadas por talamontes, no son consideradas como deforestación porque tienen el potencial de desarrollar arbolado que cumple con los estándares de la definición de bosques del organismo internacional. Aunque en esta zona se talaron completamente 408 hectáreas entre 2005 y 2007, en el reporte entregado a la FAO se siguen registrando como bosque, y ni siquiera se consideran como bosque degradado.

Es esencial conocer no sólo cuántos bosques tenemos sino el estado en el que se encuentran. Por ejemplo, de acuerdo con las investigaciones de la UNAM, en el año 2002, sólo el 67 por ciento de la superficie cubierta por selvas húmedas estaba constituido por zonas continuas de más de 80 kilómetros cuadrados, la mayor parte de las cuales era vegetación secundaria. Es decir, buena parte de este tipo de vegetación se encontraba en zonas fragmentadas y la mayoría estaba degradada. Más aún, para ese año las selvas húmedas primarias, es decir bien conservadas, ocupaban una superficie equivalente a sólo 15.7 por ciento de su probable extensión original y los terrenos agrícolas y pecuarios en estas zonas habían aumentado hasta alcanzar 10 millones de hectáreas.

Greenpeace hace un llamado urgente al gobierno federal para establecer un sistema de monitoreo confiable y transparente que nos permita entender qué pasa con nuestros bosques y planear una estrategia para detener su pérdida. Para esto, se requiere que la Conafor se ponga de acuerdo con instituciones gubernamentales y académicas, como el INEGI, el Instituto Nacional de Ecología, la Conabio, el Instituto de Geografía y el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la UNAM, entre otras, para desarrollar un sistema que sí nos sea de utilidad.

sábado, 5 de junio de 2010

Medidas contra la deforestación- el enfoque REDD

El reconocimiento de que el proceso de calentamiento global puede causar muy serios daños a los sistemas productivos, a la infraestructura y a la forma de vida de la gente y de los países, ha llamado la atención de los políticos hacia las medidas que se pueden tomar para detener dicho proceso o al menos mitigarlo.

Esto ha sido especialmente claro a partir del 30 de octubre del 2006, que se dió a conocer un estudio hecho por encargo del gobierno del Reino Unido a un equipo coordinado por Nicholas Stern. El llamado Informe Stern sobre la economía del cambio climático (Stern Review on the Economics of Climate Change), estima que para detener el proceso de calentamiento global, se necesitaría invertir el equivalente al 1% del PIB mundial, lo cual parece ser una cantidad muy grande. De no hacerse esa inversión, el riesgo es que los efectos del cambio climático sobre la agricultura, el aumento en los daños por huracanes y otros meteoros, las inundaciones y deslizamientos de tierras, provoquen una enorme recesión mundial en la que podría retrocederse hasta en un 20% en el valor de la producción.

En 2008, la Facultad de Economía de la UNAM, hizo un ejercicio semejante, coordinado por Luis Miguel Galindo, el llamado Informe Galindo "La Economía del Cambio Climático en México", que observa que los costos económicos de los impactos climáticos al 2100 son al menos tres veces superiores que los costos de mitigación de 50% de nuestras emisiones. Dichos costos pueden alcanzar el 6.22% del PIB actual, mientras que mitgar las emisiones costaría entre 0.70% y 2.21% del PIB. Esta cifra concuerda con la estimación del informe Stern, de que se debe invertir cerca del 1% del PIB a detener el calentamiento global. Según el Fondo Monetario Internacional, el PIB de México es de cerca de 1.5 millón de millones de dólares anuales. México debería invertir entonces 15mil millones de dólares anuales; es decir, cerca de 195,000 millones de pesos anuales en evitar el calentamiento global, de los cuales cerca de 19,000 millones anuales deberían ir a acciones para evitar la deforestación y la degradación de bosques y selvas.

Aunque parecen cantidades grandes de dinero, el informe Stern y el informe Galindo, coinciden en que es barato, pues el proceso de cambio climático puede tener consecuencias económicas y sobre el bienestar humano serias, y es mucho menos caro invertir lo que sea necesario para detener dicho proceso que cargar con las consecuencias de dejarlo correr.

Para los que dudaban de si realmente alguien va a venir a cobrar la factura de dejar correr debocadamente el proceso de calentamiento global, las inundaciones por el desbordamiento del Rio Missouri en Junio de 2008, depejaron dichas dudas. Las deudas ambientales se pagan y se pagan de manera brutal.

Es innegable que hay que reducir las emisiones de gases de efecto de invernadero (GEI) a la atmósfera. Pero esto significa que hay que mover las fábricas y los medios de transporte con menos consumo de petróleo. Quizás también signifique que hay que reducir el volumen físico de la producción, reduciendo los desprdicios y los residuos y reducir las distancias de transporte de personas, alimentos y materias primas, produciendo más a nivel local. Lograr esto, significa cambiar muchos procesos productivos, cerrar fábricas grandes y abrir fábricas chicas. Habría que reducir la producción en los grandes centros agrícolas mundiales y promover que las áreas agrícolas cercanas a las ciudades se vuelvan más productivas, para abastecer a la población local. Habría también que ubicar a la población evitando las grandes concentraciones, como la de la Ciudad de México, para evitar las des-economías que implica dicha concentración. En pocas palabras, se plantea la necesidad de cambiar sustancialmente la forma en que vivimos, producimos y generamos residuos.

La Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, ha venido abordando desde 1992 este problema, para lo cual se han realizado ya 15 Asambleas de los países firmantes (las llamadas convenciones de las partes o COPs). En todas estas reuniones no se ha llegado a decisiones concluyentes ni obligatorias para los países y mientras, el proceso de calentamiento global sigue avanzando. Mucha de la dificultad por lograr acuerdos obligatorios para todos, es la renuencia a cambiar la forma de vivir y de hacer negocios, que muchos encuentran conveniente y cómoda, aunque ponga en riesgo la viabilidad a futuro de los sistemas productivos y de generación de bienestar humano.

En 2005, dentro de la 11a Asamblea o COP en Montreal, se tocó el tema de que -además de transformar los sistemas productivos y de generación de bienestar- se podrían reducir las emisiones de GEI si se detuviera la deforestación en los países tropicales. Se estima que a nivel mundial entre el 12 y el 17% de las emisiones de GEI, provienen de la destrucción y descreme de los bosques y selvas tropicales, así que si esos fenómenos se eliminaran, se reduciría el problema del cambio climático y se ganaría tiempo para llevar a cabo la reconversión de los sistemas productivos y de bienestar.

Esta idea fue bienvenida por muchos, pues representa la posibilidad de canalizar recursos y acciones a detener la deforestación en los trópicos y bajar una parte importante de las emisiones. Si -de acuerdo con el informe Stern- se considera necesario canalizar el 1% del PIB mundial para combatir el cambio climático, y tomamos en cuenta que el Fondo Monetario Internacional estima que el PIB mundial es de 69.9 millones de millones de dólares internacionales, estaríamos hablando de que es necesario invertir 690mil millones de dólares anuales en el combate al cambio climático y si la destrucción y descreme de los bosques y selvas tropicales significa entre 1/10 y 1/8 de las emisiones mundiales de GEI, sería lógico considerar que se deben invertir entre 69mil y 86mil millones de dólares anuales en evitar la eliminación o descreme de bosques y selvas tropicales.

La propuesta es atractiva, así que en 2007, durante la 13a Asamblea o COP en Bali, se adoptó el concepto de "Reducción de las Emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) mediante Reducción de la Deforestación y la Degradación forestal" o REDD, como una medida prometedora para enfrentar el proceso de calentamiento global. No se tomó ningún acuerdo obligatorio de acciones en este tema, pero se invitó a los países a fortalecer y apoyar más los esfuerzos actuales para reducir las emisiones por la deforestación y la degradación forestal de manera voluntaria, y aprender cómo abordar este tema. Se incorporaron los enfoques de políticas e incentivos positivos para reducir las emisiones de la deforestación y la degradación forestal en los países en desarrollo dentro del proceso del Plan de Acción que resultó de la Asamblea de Bali.

Sin embargo, algunos grupos ambientalistas, como Greenpeace y otros, señalan que se está queriendo abusar el concepto de REDD y hay quienes pretenden que las acciones por reducir la deforestación o la degradación forestal, pueden hacerse "en vez de" y no "además de" las acciones que urgen de reconversión industrial y urbana. Esto significaría distraer a la opinión pública y a los políticos del tema de fondo, que es la reconversión industrial y urbana, implantando programas de REDD en países pobres. Si esto sucediera, se dejarían de canalizar los recursos que se necesitan para realmente reducir el efecto invernadero y el calentamiento global (69mil millones de dólares anuales, según el reporte Stern) y se perdería un tiempo precioso, entreteniendo al público con acciones en la Amazonía, África y el Sudeste asiático, que tendrían un efecto más publicitario que real, si no fueran acompañadas de cambios sustanciales en las estructuras productivas y de asentamientos humanos a nivel mundial.

Por otra parte, la "Asamblea de Jefes para los bosques y el cambio climático" de Accra (Accra Caucus on Forests and Climate Change), una coalición de unas 100 organizaciones de 38 países, dio a conocer un estudio que subraya que los programas REDD podrían poner en riesgo los derechos de las comunidades y pueblos indígenas en el afán de proteger los bosques, que puede provenir más de intereses de la industria contaminante, para evitar hacer los cambios tecnológicos que urgen y menos de las propias comunidades y pueblos indígenas.

El reporte señala que para evitar que los programas REDD les impongan a las comunidades condiciones negativas, deben cumplirse al menos tres condiciones, que son reconocidas a nivel internacional:
  1. Que haya una participación amplia y efectiva de la gente local;
  2. Que se reconozcan los derechos territoriales de los indígenas y se usen sistemas de manejo forestal basados en las comunidades que permitan el uso sostenible de los bosques por parte de las comunidades locales, y
  3. No se debe hacer ningún trato de REDD sin el consentimiento previo, libre e informado de los grupos indígenas, como lo han subrayado las Naciones Unidas.
Además, la Asamble de Jefes hizo ver que los programas REDD, no deberían funcionar simplemente en términos de cambiar el balance de carbono, pues de esa manera, podrían afectarse la diversidad biológica y los derechos de la gente local a usar de manera sostenible los bosques y selvas.

La Asamblea de Jefes concluyó señalando que los programas REDD son una 'espada de doble filo', que si se usa de manera equivocada podría "tener consecuencias ambientales y sociales negativas serias y no servirían de gran cosa en términos de reducir las emisiones de carbono".

Referencias:




jueves, 20 de mayo de 2010

Invitación al Foro sobre la deforestación en México, sus causas y acciones para detenerla

26 de Mayo de 2010, Sala Octavio Gudiño, Edificio de Postgrado (B), segundo piso,
Facultad de Economía de la UNAM

El calentamiento global ha sido identificado como uno de los peligros ambientales más importantes que enfrenta la sociedad moderna. La emisión excesiva de los llamados “gases de efecto de invernadero” (GEI) está haciendo que el clima cambie y la temperatura global alcance niveles peligrosos. La mayor parte de las emisiones de gases de efecto de invernadero provienen de la actividad industrial, del transporte, de la generación de energía y de la deforestación.

Para enfrentar este problema, las agencias de gobierno, las universidades y centros de investigación, así como las organizaciones de la sociedad civil, están buscando medidas que sirvan de manera efectiva para reducir las emisiones de los GEI. Dichas medidas deben permitir que se reduzca el consumo de gasolinas y
derivados del petróleo en la industria, en el transporte y en la generación de energía. También deben permitir que se reduzcan las emisiones que genera la eliminación de la cubierta arbolada.

Para identificar las mejores medidas para detener la deforestación y de esta manera contribuir a detener el calentamiento global, la Facultad de Economía de la UNAM, Greenpeace­México y Estudios Rurales y Asesoría, invitan al Foro sobre la Deforestación en México, sus causas y acciones para detenerla, a realizarse el próximo 26 de Mayo en la Facultad de Economía de la UNAM.

El evento se realizará en la Sala Octavio Gudiño del Edificio de Postgrado (B), segundo piso, de la Facultad de Economía de la UNAM y estará abierto a la comunidad universitaria y a los ciudadanos interesados en el tema.

12 de Mayo de 2010

Por la Facultad de Economía de la UNAM:
Eduardo Vega López, Secretario General

Por Greenpeace México:
Héctor Magallón Larson, Coordinador de la Campaña de Bosques

Por Estudios Rurales y Asesoría:
Francisco Chapela Mendoza, Director Ejecutivo


AGENDA:

09:30 Registro de asistentes

10:00 Presentación: El inventario nacional forestal y el proceso de deforestación en México. Octavio Magaña, Gerencia de Inventario Forestal y Geomática, CONAFOR.

10:45 Presentación: Aspectos metodológicos y tendencias del proceso de deforestación en México. Irma Trejo, Instituto de Geografía, UNAM

11:30 Receso

12:00 Presentación: El proceso de deforestación en México. Francisco Chapela, Director Ejecutivo, ERA

12:30 Presentación: Impacto de los programas federales relacionados con el sector forestal mexicano. Eduardo Vega, Secretario General, Facultad de Economía, UNAM

13:30 Receso

15:00 Mesas de trabajo: el proceso de deforestación en México y medidas propuestas para detenerla. Francisco Chapela, Director Ejecutivo, ERA

16:00 Presentación de conclusiones de las mesas

16:30 Finalización del taller: conclusiones generales y pasos a seguir

martes, 18 de mayo de 2010

Sobre Economía Ecológica y contabilidad ambiental

Monday, May 17, 2010 1:05 PM
From: "Abe"

Algo sobre Economía Ecológica y contabilidad ambiental, de Guillermo Foladori, Economista e investigador mexicano, aporta interesantes cifras sobre la contabilidad ambiental y diferencía de manera clara el modelo de Economía verde que se maneja oficialmente y que incluso es promovido por el PNUMA ante la Economía Ecológica que asume la economía como parte de un sistema abierto y que depende de la naturaleza, energia etc, y no solo del valor en terminos de capital. El primero es el capitulo siete del libro "¿Sustentabilidad?, Desacuerdos sobre el Desarrollo Sustentable" -publicado por la Universidad Autónoma de Zacatecas y el segundo un artículo en Co- autoria con Patricia Rivera, también publicado por la UAZ,

Saludos

jueves, 13 de mayo de 2010

Evitar la deforestación - mecanismos de mercado

¿cómo evitar la deforestación?. Algunos expertos con perspectiva económica, han propuesto que se le pague una cantidad de dinero a los dueños de tierras forestales para no desmontarlas. Se supone que esos pagos, llamados "pagos por servicios ambientales" (o PSA), permitirían que los campesinos pensaran dos veces antes de desmontar sus terrenos y que finalmente decidieran conservarlos cubiertos de bosques o selvas, a cambio de seguir recibiendo el PSA. Esta idea está presente en el Protocolo de Kyoto de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, elaborado en Noviembre de 1997. Según el protocolo, cada país tendría derecho a emitir ciertas cantidades de gases de efecto de invernadero. Si necesitaran emitir mayores cantidades, deberían de reducir su consumo de energía contaminante o pagar por que otros países redujeran sus emisiones, por ejemplo, mediante la reforestación y el PSA. El pago a países o a campesinos por no desmontar, sería una de las medidas que permitirían eventualmente reducir hasta en un tercio las emisiones de gases de efecto de invernadero. Los países contaminadores pagarían y los países forestales usarían ese dinero en esquemas de PSA.

Sin embargo, los estudios que muestran que la deforestación tiene más que ver con la forma en que se insertan los dueños de tierras forestales a los mercados, ponen en duda la efectividad del PSA. Desde esa perspectiva, el asunto no es pagar indefinidamente propinas a los campesinos por no hacer nada en sus bosques, sino que las fuerzas del mercado no hagan estragos sobre los ecosistemas forestales, lo cul no tiene mucho que ver con las intenciones de los campesinos individuales por desmontar o no hacerlo.

Sobre este tema, el premio Nóbel de Economía, Joseph Stiglitz, considera que después de la conferencia de Copenhague sobre el clima, ha quedado claro que los líderes del mundo no pudieron traducir a acciones la retórica sobre el calentamiento global. Para Stiglitz, el verdadero fracaso fue que no hubo acuerdo sobre cómo lograr la enorme tarea de salvar el planeta, ni acerca de las reducciones de emisiones de carbono, ni sobre cómo compartir la carga o ayudar a los países en desarrollo.

Esta falla de los políticos, hizo que el precio de los derechos de emisiones en el Sistema de Intercambio de Emisiones de la Unión Europea cayera, reduciendo los incentivos para reducir las emisiones ahora, así como para poner en práctica innovaciones que las reduzcan en el futuro.

Stiglitz sugiere que tal vez sea el momento de intentar otro enfoque: un compromiso por parte de cada país de elevar el precio de las emisiones (a través de un impuesto al carbono o límites para las emisiones) a un nivel acordado de, digamos, 80 dólares por tonelada. Esto no debería implicar aumentos de impuestos, sino una desgravación de otros conceptos por los que actualmente se pagan contribuciones y la creación de un impuesto fuerte a la contaminación. Idelamente, el resultado neto para el contribuyente, debería ser que la carga fiscal no se aumenta. Los países desarrollados podrían usar parte de los ingresos generados para cumplir sus obligaciones de ayudar a los países en desarrollo en términos de adaptación al cambio climático y de compensarlos por mantener bosques, que representan un bien público global debido a que "secuestran” carbono.

Un sistema de impuestos fronterizos –que se aplicarían a las importaciones de países en donde las firmas no tienen que pagar de manera adecuada por las emisiones de carbono- nivelaría el campo de juego y brindaría incentivos económicos y políticos para que los países adoptasen impuestos sobre el carbono o límites a las emisiones. Eso, a su vez, daría incentivos económicos para que las empresas redujeran sus emisiones.

Para el caso de los bosques y selvas de México, la propuesta de Stiglitz tiene implicaciones claras: debería usarse el dinero que actualmente se gasta en el esquema de PSA, no para dar propinas por no hacer nada, sino para dar apoyo técnico y de consolidación institucional a las organizaciones de productores e imponer un impuesto fuerte a las gasolinas y otros combustibles fósiles, para financiar formas "virtuosas" de inserción de esas organizaciones fortalecidas y capacitadas a los mercados internacionales, tomando medidas activas y directas contra la expansión de la ganadería, el desplazamiento de bosques y selvas naturales por plantaciones o sembradíos agro-industriales y a favor de la agricultura orgánica intensiva en las áreas aptas para esa actividad.

¿Sería posible algo así en México?


Referencias:

Protocolo de Kyoto

Ruth DeFries, Thomas Rudel, Maria Uriarte y Matthew Hansen: Deforestation driven by urban population growth and agricultural trade in the twenty-first century, Nature Geoscience 3, 178 - 181 (2010)

Joseph E. Stiglitz: Overcoming the Copenhagen Failure. project-syndicate 2010-01-06


M.C. Francisco Chapela

Director Ejecutivo
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miércoles, 12 de mayo de 2010

Evitar la deforestación - el mercantilismo perverso

Johann von Thünen (1783 – 1850), propuso un modelo que describiría la deforestación o el cambio de áreas silvestres a cultivadas, en función del rendimiento de la tierra, los costos de producción, los precios en el mercado, los costos de flete y la distancia al mercado. A casi dos siglos de distancia, el mercado sigue teniendo una influencia considerable en la dinámica de uso del suelo. Sin embargo del siglo XIX, cuando von Thünen propuso su modelo al siglo XXI, "el mercado" ha cambiado profundamente. Es mucho menos la plaza del pueblo cercano y mucho más el conjunto de transacciones comerciales a nivel internacional. La deforestación en la amazonía (ver el caso de Rondonia), se explica mucho más por la vinculación de los productores al mercado internacional de soya, que por la necesidad de alimentación de los colonos. La sustitución de selvas por plantaciones para biocombustibles en México (ver el caso de Chiapas), tiene mucho más que ver con el mercado internacional que con las necesidades de subsistencia de las comunidades chiapanecas. Las relaciones con el mercado son mucho más fuertes que en el siglo XIX, y pueden ser mucho más perversas.

Sin embargo, también pueden haber relaciones mercantiles virtuosas. Tal es el caso de los que manejan los bosques de alcornoque en el Mediterráneo, que son los proveedores de materia prima para los tapones de corcho de la industria vinícola. La demanda internacional de tapones de corcho, ha mantenido vivos a los silvicultores de bosques de alcornoque y los bosques mismos, manteniendo así un ecosistema importante del Mediterráneo.

La inserción de los dueños de tierras forestales a los mercados, puede tener efectos perversos, si no existen mecanismos sociales o políticos para evitar dichos efectos y promover más bien los efectos virtuosos.

El 7 de Febrero pasado, la revista Nature publicó los resultados de un estudio muy interesante de Ruth S. DeFries, Thomas Rudel, Maria Uriarte y Matthew Hansen (Deforestation driven by urban population growth and agricultural trade in the twenty-first century, Nature Geoscience 3, 178 - 181 (2010)), sobre la dinámica de deforestación en el mundo.

Los autores usaron imágenes de satélite de los años 2000 a 2005 para estimar la pérdida de bosques y selvas e hicieron la correlación de estas estimaciones con factores económicos, agrícolas y demográficos en 41 países en los trópicos húmedos. Otros estudios semejante en el pasado, han tratado de explicar la deforestación como un proceso impulsado por el crecimiento de la población rural, que demanda la apertura de tierras para el cultivo y propicia la deforestación. Normalmente ese tipo de estudios, han dado correlaciones bajas.

Los investigadores en este nuevo estudio, encontraron que entre 2000 y 2005, la pérdida forestal se correlaciona de manera significativa y positiva con el crecimiento de la población urbana y con el aumento en las exportaciones de productos agrícolas. En contraste, no encontraron correlación entre el crecimiento de la población rural y la pérdida de cubierta forestal.

Los resultados obtenidos indican que la deforestación en este inicio del siglo XXI, está impulsada en buena medida por la demanda de productos agrícolas por parte de la población urbana nacional o extranjera, a través del comercio internacional.

Hay una tendencia fuerte de la población en los trópicos a migrar a las ciudades. Sin embargo, los datos del estudio muestran que la migración del campo a la ciudad, no ha reducido, sino aumentado la pérdida de cubierta forestal. Este resultado inesperado, podría explicarse si se considera por ejemplo que la población urbana consume más carne, lo cual demanda más pastizales y más sembradíos de soya para alimentar al ganado. Tal parece que -hasta donde muestran las imágenes de satélite- el hecho de que una familia migre del campo a la ciudad, no inhibe la expansión de la ganadería extensiva ni la expansión de los cultivos y plantaciones agroforestales.

Los autores concluyen/predicen que las políticas para reducir la deforestación en el medio rural no enfrentarán la causa principal de la deforestación en el futuro. Recomiendan que se concentren los esfuerzos en (1) reducir la deforestación asociada a la producción agrícola de escala industrial, orientada a las exportaciones y (2) aumentar los rendimientos en las tierras no-forestales para satisfacer las demandas de productos agrícolas sin presionar a las áreas forestales.


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Referencias de prensa sobre el estudio de DeFries y colaboradores:

AFP: Urban growth, farm exports drive tropical deforestation

MongaBay: Forest conservation via REDD may be ineffective without addressing commodity consumption, trade

martes, 27 de abril de 2010

Causas de la deforestación-el caso de la península de Yucatán

From:

Estimadas y estimados:

Los invito a aportar sus perspectivas e ideas sobre las causas de la deforestación.

En 2008, Edward Ellis del CITRO de la Universidad Veracruzana y Luciana Porter-Bolland, del Instituto de Ecología, A.C., hicieron un análisis de los procesos de deforestación en un área protegida (La Montaña, Hopelchén, Campeche) y en áreas bajo conservación comunitaria en la Zona Maya al norte de Quintana Roo. Pueden obtener el reporte de su investigación haciendo click aquí o visitando el sitio http://dl.dropbox.com/u/2832046/0deforestacion/Ellis-community%20forests%20and%20PAs%20Yucatan.pdf

Para el caso de La Montaña, el estudio encuentra que ha habido en el pasado (1988–2000) un proceso claro de deforestación con una tasa de -0.3%, el cual se acentúa en los años recientes (2000–2005) subiendo a -0.7%. Aunque uno pensaría (como Von Thünen) que la deforestación avanza conforme avanza la colonización, que entra por los caminos que se van construyendo y se detiene cuando se constituye un Área Protegida, en este caso, la deforestación se relaciona principalmente con la distribución de la población, el tamaño de la población ejidal y la distancia a las selvas de tierras inundables. No encontraron correlación con la distancia a los caminos ni con el estatus de conservación de los sitios considerados. Los investigadores atribuyen la deforestación en esta zona a la expansión de las áreas para pastoreo de ganado, la cual a su vez es impulsada por los programas de apoyo a la ganadería del gobierno. Adicionalmente, detectaron que la venta de parcelas ejidales que el PROCEDE ha permitido, facilitó el establecimiento de una colonia de menonitas, que buscan generar sus ingresos de la producción agrícola y conocen muy poco de las selvas mayas y de las formas culturales de usarlas.

Para el caso de la Zona Maya, el proceso de deforestación es mucho menos claro, pues en años pasados (1984-2000) hubo una deforestación casi imperceptible de -0.0004% y en años recientes (2000–2004) hubo una recuperación ligera (0.002%) de la superficie arbolada. Las áreas deforestadas, correspondieron a pequeñas superficies de milpas que se establecieron para atender las necesidades de las familias mayas, pero una vez establecidas ya no se extendieron más. Igual que en le caso de La Montaña, la deforestación no se relaciona con la distancia a la carretera. El análisis estadístico mostró que en este caso, la deforestación se relaciona con el número de ejidatarios, el tamaño de los ejidos y la distancia a las selvas de tierras inundables. La recuperación de la selva, se relaciona con la declaración de Zonas Forestales Permanentes por parte de las comunidades.

Entre otras cosas, los autores sugieren que (1) La deforestación en la Península de Yucatán, es impulsada por la política agraria y por los subsidios a la expansión de la ganadería; (2) La declaración de áreas protegidas por parte del gobierno y la implantación de programas como el Corredor Biológico Mesoamericano, no han sido instrumentos eficaces para detener la deforestación; (3) La decalaración de Zonas Forestales Permanentes en la Zona Maya de Quintana Roo, ha sido efectiva en detener la deforestación; (4) La oportunidad de conseguir ingresos adicionales además de los que se pueden obtener dentro del territorio de la comunidad, ha ayudado a que la gente de la Zona Maya atienda mejor sus necesidades, sin presionar a las áreas forestales.

Es notable el contraste entre La Montaña en Campeche y La Zona Maya en Quintana Roo, no sólo por que en el primer caso hay un proceso claro y creciente de deforestación y en el segundo se observa un proceso incipiente de recuperación forestal, sino por que la Zona Maya tiene una densidad de población considerablemente mayor.

La conclusión final de esta investigación es que "La importancia de construir instituciones locales, es decir, reglas formales e informales que guíen las decisiones de un grupo respecto a un bien común, es fundamental para manejar recursos comunes como los bosques. Debe construirse capital social, técnico, organizativo y administrativo en las iniciativas que existen. las agencias externas (gubernamentales y no-gubernamentales) deberían abonar credibilidad a los agentes locales, generando mecanismos reales de gobernabilidad y rendimiento efectivo de cuentas, que actualmente faltan en La Montaña. Aunque es distinta en muchos aspectos respecto a La Montaña, la Zona Maya bien pude aportar ciertas lecciones al área, en particular respecto al proceso de desarrollo de Empresas Comunales Forestales efectivas. Un enfoque regional de conservación debería por lo tanto conceptualizar las dimensiones política y social de la conservación, abordando asuntos relacionados con las necesidades y aspiraciones de la población local, y reconociendo los papeles potenciales de distintas alianzas a distintos niveles. Esos son los temas a considerar a la luz de un marco en desarrollo para una estrategia más efectiva y socialmente justa de conservación."


M.C. Francisco Chapela

Director Ejecutivo
Estudios Rurales y Asesoría

martes, 13 de abril de 2010

Causas de la deforestación - Algunos aspectos económicos

Los análisis sobre la deforestación en las décadas de los 1980s y 1990s, hacían énfasis en el impacto que tuvieron los procesos de colonización y urbanización. Siguiendo los razonamientos de Von Thunnen, se entendía la deforestación en buena medida como el resultado de la expansión del área ocupada por los humanos.

Sin embargo, no siempre son los humanos los que deforestan. En el caso particular de América Latina, no fué tanto la colonización, sino la ganaderización la que impulsó fuertemente los procesos de deforestación. En 1981, el ambientalista Norman Myers publicó "La conexión de la hamburguesa: cómo los bosques de Centro América se convirtieron en las hamburguesas de los Estados Unidos". De aucerod con Myers, el impulso del mercado de la carne norteamericano a la deforestación, fué enorme. Menciona como ejemplo que hacia 1959 el área dedicada al ganado en Costa Rica significaba solamente un octavo de la superficie del país, mientras que hacia 1980 ya era un tercio. En 1996, David Kaimowitz publicó una revisión más amplia, mostrando cómo la deforestación en Centro América se vinculaba con los precios de la carne. En un documento más reciente, David Kaimowitz, Benoit Mertens, Sven Wunder y Pablo Pacheco, documentan cómo los mercados de la carne, principalmente el de la Unión Europea, también alimentan la deforestación en la Amazonía brasileña.

La imagen de comunidades menesterosas de colonos forzados a destruir el patrimonio forestal para luchar por su subsistencia, si alguna vez fué la que explicaba la deforestación, ya no parece serlo más. Un trabajo reciente en 41 países del trópico húmedo de Ruth S. DeFries, Thomas Rudel, Maria Uriarte y Matthew Hansen, muestra que en la actualidad la deforestación es un fenómeno que no tiene que ver con el crecimiento de los asentamientos humanos en las zonas rurales, sino que se da cuando las regiones forestales se conectan a mercados redituables que demandan productos que se pueden cultivar en las tierras forestales. Este es el caso no solo del ganado, sino de la soya o la palma de aceite. Un reportaje reciente de El País, documenta la expansión frenética del cultivo de la soya en Argentina.

El impulso de ciertos mercados a la deforestación es tan fuerte, que en el estudio de DeFries y colaboradores no se encontró que la migración del campo a la ciudad contribuyera a reducir la deforestación, sino -contra lo que se pudiera pensar- la migración se asocia a una mayor deforestación.


Referencias:

El artículo Myers, N. 1981. The Hamburger Connection: How Central America’s
Forests Became North America’s Hamburgers. Ambio 10: 3-8. Fué reimporeso en el libro Developing areas: a book of readings and research, editado por Vijayan K. Pillai, y Lyle W. Shannon.

Kaimowitz, D. Livestock and deforestation in Central America in the 1980s and 1990s: a policy perspective (1996).

Kaimowitz, D; Mertens, B; Wunder, S. and Pacheco, P.: Hamburger Connection Fuels
Amazon Destruction; Cattle ranching and deforestation in Brazil's Amazon
. Bogor, Indonesia, CIFOR, S/F.

DeFries, R; Rudel, T; Uriarte, M & Hansen, M.: Deforestation driven by urban population growth and agricultural trade in the twenty-first century. Nature Geoscience 3, 178 - 181 (2010) Published online: 7 February 2010 | doi:10.1038/ngeo756

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ / El País / 04/04/2010: La República de la Soja El cultivo masivo de la planta se lo come todo: vacas, pueblos, tradiciones y trabajadores rurales. Argentina alcanza este año la mayor cosecha de su historia, 52 millones de toneladas.


M.C. Francisco Chapela

Director Ejecutivo
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Administración: Temas en la agenda y fechas

April 13, 2010 1:21 PM
From:

Estimadas y estimados:

Conforme a nuestra agenda de discusión, deberíamos estar ya llegando a las cionslusiones finales de esta breve discusión sobre cómo detener la deforestación en México.

Sin embargo, hay varios temas que no hemos abordado. Entre ellos está el analizar las causas directas y subyacentes de la deforestación y por supuesto qué medidas se deben tomar para detener este fenómeno.

Por esta razón, hemos decidido ampliar un par de semanas más la discusión.

Quedamos pues, al pendiente de sus aportaciones, en especial las que se refieran a las causas directas y subyacentes de la deforestación y a los medidas que se pueden tomar desde la sociedad civil y desde el gobierno para evitarla.

Saludos,

M.C. Francisco Chapela

Director Ejecutivo
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lunes, 12 de abril de 2010

Sobre la tenencia de las tierras forestales

Mientras festejamos, revertimos la historia

Cambio de Michoacán, Miércoles 7 de Abril de 2010
Jaime Navia Antezana

En anteriores colaboraciones hemos hablado del régimen social de propiedad que tenemos en México. En especial sobre la importancia que tiene que más del 50 por ciento del territorio nacional sea propiedad de ejidos o de comunidades indígenas, y que en estos territorios se encuentre más del 80 por ciento de los bosques y selvas del país. Esto puede resultar interesante como un dato para el acervo, pero todo lo que hay atrás es un reflejo de la historia misma de México y no lo podemos ni debemos perder de vista ahora, cuando se conmemora el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución.

La configuración de país tal como es actualmente no ha sido un proceso gratuito. No se reduce simplemente a la declaración de la Independencia hace 200 años, a un regalo de la Reforma Agraria en los albores del siglo pasado, o, posiblemente, a concesiones de las diferentes leyes que en materia agraria ha habido en México. México es el producto de una intensa lucha por la tierra ante el despojo permanente que se ha realizado desde la época de la Colonia y durante la República. Es una historia teñida de sangre. Es una historia viva que debemos entender y atender ahora.

Hoy las tierras de ejidos y comunidades están siendo amenazadas por diversas formas de exacción institucionales (poderes fácticos, corrupción, impunidad, etcétera). A tal punto que no sólo se viola la ley, sino que se la ha estado interpretando e implementando de manera mañosa y subrepticia para desangrar de distinta manera a la propiedad social, en un proceso privatizador en la peor expresión del neoliberalismo. Pero no hay nada mejor que ejemplos para explicar esta amenaza.

Revise el caso de la comunidad indígena de Tarecuato y encontrará en el registro público de la propiedad apellidos y personajes que no corresponden a los propietarios originarios de ese territorio. Muchas comunidades todavía tienen pendientes juicios sobre tierras que originalmente les pertenecían. El proceso de delimitación de tierras en Santa Ana Zirosto sólo otorgó derechos sobre cinco mil 750 hectáreas de las más de ocho mil que se reclamaban como propias. Hoy, esas casi tres mil hectáreas restantes son catalogadas como propiedad privada y en su mayoría circundan el actual poblado. Ejidos en Ario de Rosales como La Barra y El Encanto han sido totalmente transformados de bosques en huertas de aguacate (ahora como propiedad privada) y hasta reciben apoyos gubernamentales de la Sagarpa o Sedru para el desarrollo de sus cultivos. En la comunidad de Barrio San Juan Bautista en Uruapan, hay al menos dos parcelas ilegalmente establecidas como huertas sobre las cuales el Poder Ejecutivo y el Judicial llevan casos y seguro implementarán “justicia imparcial” cuando de antemano la adjudicación se ha hecho de forma ilegal. La lista de casos es tan amplia como ejidos y comunidades hay. En algunos son casos menores, pero otros como Plutarco Elías Calles o Tarascón o la comunidad y ejido de Tingambato, sólo por mencionar algunas, la situación parece irreversible.

Textualmente el artículo 59 de la Ley Agraria vigente en México dice: “Será nula de pleno derecho la asignación de parcelas en bosques o selvas tropicales”. Más adelante en el artículo 73 expresa esta ley que: “…. Las tierras de uso común … están conformadas por aquellas tierras que no hubieren sido especialmente reservadas por la asamblea para el asentamiento del núcleo de población, ni sean tierras parceladas”, y en el artículo 74 que la tierra de uso común es “…Inalienable, imprescriptible e inembargable...”.

Entonces, ¿cómo es posible que lleguen a los tribunales casos para determinar la propiedad de tierras de uso común que habiendo sido bosques o selvas fueron “desmontadas” y destinadas a cultivos o la ganadería?

Sin ser abogados, nos damos cuenta que algo no está funcionando correctamente. No sólo es un asunto de interpretar la ley, sino de cómo ésta se usa para beneficiar a unos y perjudicar a otros. Seguramente usted ha leído inscripciones como: “No compre problemas, terrenos comunales”. Cuando en realidad la mayor parte de estas compra-ventas son ilegales sea por el artículo 59 o el 74 antes mencionados, pero también porque muchas de estas transacciones se avalan con firmas de autoridades y no de asambleas o con documentos apócrifos, etcétera. Recuerde que comprar robado también es delito, porque te hace cómplice del ladrón. En este sentido también deberíamos preguntarnos ¿dónde quedan los funcionarios que son cómplices y con sus actos y decisiones están regularizando lo que es ilegal y con ello generan “antecedentes” o “formalidades” suficientes que a la larga pueden causar daños serios en la propiedad de ejidos y comunidades?

Con todo este proceso de desarticulación al interior de estos núcleos agrarios, las asambleas se han debilitado y en algunos casos se ha perdido el control no sólo sobre el territorio sino sobre los recursos naturales en el lugar. Paralelamente esto genera un rápido proceso de deterioro ambiental que también nos afecta a todos al perder la capacidad de los ecosistemas de proveer servicios ambientales.

El asunto de la propiedad social de las tierras es mucho más que un tema de desarrollo social, tiene que ver con la seguridad nacional y con la posibilidad de mantener la vida en la tierra. Debe ser una prioridad del Estado defenderlo y proporcionar lo que sea necesario para el desarrollo, así lo expresa la Carta Magna en su artículo 27, especialmente en lo que refiere las fracciones VII, XIX y XX.

Para festejar este Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, hay que ser congruentes con nosotros mismos y obligar a las instituciones que lo sean con el país y con su historia. Más allá de posturas ideológicas, muchos ejidos y comunidades en México han demostrado que el gobierno común es factible y en otros países hay ejemplos de formas de gobierno comunitario exitosos. (Si te interesa más el tema investiga sobre los trabajos de la doctora Elinor Ostrom, Premio Nobel de Economía 2010, o participa en http://iasc2011.fes.org.in/)

girando@gira.org.mx

viernes, 26 de marzo de 2010

La deforestación disminuye en el mundo, pero continúa a ritmo alarmante en muchos países

Ayer salió publicado las conclusiones del FRA – 2010

Saludos

SERGIO

25-03-2010

La FAO publica las conclusiones de la evaluación de recursos forestales mundiales

25 de marzo de 2010, Roma - La deforestación en el mundo, fundamentalmente la conversión de bosques tropicales en tierras agrícolas, ha disminuido en los últimos diez años pero continúa a un ritmo alarmante en muchos países, según advirtió hoy la FAO.

A nivel mundial, se han convertido a otros usos o se han perdido por causas naturales 13 millones de hectáreas de bosques anuales entre 2000 y 2010, en comparación con 16 millones de hectáreas anuales durante la década de 1990, según las conclusiones principales del estudio forestal más completo realizado por la FAO hasta la fecha: la Evaluación de los recursos forestales mundiales 2010. El estudio cubre 233 países y territorios.

Brasil e Indonesia, que registraron las mayores pérdidas de bosques en los 90, han reducido considerablemente sus tasas de deforestación. Además, los ambiciosos programas de plantaciones forestales en países como China, India, Estados Unidos y Viet Nam - combinados con la expansión natural de los bosques en algunas regiones - han añadido más de siete millones de hectáreas de nuevos bosques, cada año. Como consecuencia, la pérdida neta de superficie forestal se ha reducido de los 8,3 millones de hectáreas al año de la década de 1990 a 5,2 millones de hectáreas anuales entre 2000 y 2010.

La superficie forestal total mundial asciende a algo más de 4 000 millones de hectáreas, el 31 por ciento de la superficie terrestre total. La pérdida neta anual de bosques (es decir la suma de las perdidas menos la suma de los incrementos en superficie forestal) en el periodo 2000-2010 equivale a una superficie similar a la de Costa Rica.

Las mayores pérdidas en Sudamérica y África

Sudamérica y África experimentaron las mayores pérdidas netas anuales de bosques en el periodo 2000-2010, con 4 y 3,4 millones de hectáreas respectivamente. Oceanía también registró una pérdida neta, debida en parte a la grave sequía en Australia desde el año 2000.

Por otro lado, Asia registró una ganancia neta de unos 2,2 millones de hectáreas al año en la última década, fundamentalmente debido a los programas de forestación a gran escala en China, India y Viet Nam, que han aumentado su superficie forestal en casi cuatro millones de hectáreas anuales en los últimos cinco años. Sin embargo, la conversión de las superficies boscosas a otros usos siguió registrando tasas elevadas en muchos países.

En Norteamérica y Centroamérica, la superficie forestal permaneció bastante estable, mientras que en Europa siguió creciendo, si bien a una tasa menor que antes.

"Por primera vez, somos capaces de demostrar que la tasa de deforestación ha disminuido a nivel mundial como resultado de una serie de esfuerzos coordinados a nivel local e internacional", afirmó Eduardo Rojas, Director General Adjunto del Departamento Forestal de la FAO.

"Los países no sólo han mejorado sus políticas y legislación forestales, también han asignado bosques para uso de comunidades locales y pueblos indígenas, y para la conservación de la diversidad biológica y otras funciones medioambientales. Es un mensaje bienvenido en 2010, el Año Internacional de la Biodiversidad", explicó Rojas.

"Sin embargo -añadió-, la tasa de deforestación continúa siendo muy alta en muchos países y las zonas de bosque primario - bosques no alterados por la actividad humana - siguen disminuyendo, por lo que los países deben intensificar sus esfuerzos para mejorar su gestión y conservación".

Bosques y cambio climático


Los bosques desempeñan un papel importante en la mitigación del cambio climático. Almacenan una gran cantidad de carbono. Cuando se tala un bosque y se convierte a otro uso, el carbono regresa a la atmósfera.

"Una menor tasa de deforestación y la creación de nuevos bosques han ayudado a reducir las elevadas emisiones de carbono de los bosques provocadas por la deforestación y la degradación forestal", afirmó Mette Løyche Wilkie, Coordinadora de la Evaluación.

"Pero necesitamos mirar hacia delante porque los grandes programas de plantación de árboles en China, India y Viet Nam, responsables en su mayor parte de los recientes aumentos de la superficie forestal, finalizarán en el 2020", añadió. "Esto significa que tenemos un período corto para poner en marcha medidas efectivas y permanentes para reducir significativamente las tasas actuales de deforestación y degradación de los bosques. Sin estas intervenciones nos arriesgamos a volver de pronto a altas tasas de pérdida neta forestal y de emisiones de carbono de los bosques, como ya tuvimos en la década de 1990", apuntó.

Las Evaluaciones de la FAO de los recursos forestales mundiales se publican cada cinco años. Más de 900 especialistas de 178 países han participado en la Evaluación de los recursos forestales mundiales de 2010. El informe completo de esta evaluación se hará público en octubre de 2010.

Conclusiones principales


Otros hallazgos clave de este informe fueron:

  • Brasil perdió una media de 2,6 millones de hectáreas de bosque anuales en los últimos diez años frente a los 2,9 millones de hectáreas en los 90. Las cifras de Indonesia ascendieron a 0,5 y 1,9 millones de hectáreas al año respectivamente.
  • Los bosques primarios constituyen un 36 por ciento de la superficie forestal total pero han disminuido en más de 40 millones de ha desde el año 2000. En gran medida esto se debe a la reclasificación de los bosques primarios como "otros bosques regenerados de forma natural" debido a la tala selectiva y otras intervenciones humanas.
  • La superficie de bosques en parques nacionales, áreas naturales silvestres y otras zonas legalmente protegidas ha aumentado en más de 94 millones de hectáreas desde 1990 y actualmente equivale a un 13 por ciento de la superficie forestal total.
  • Los bosques representan uno de los principales sumideros mundiales de carbono. Almacenan unas 289 gigatoneladas (Gton) de carbono en árboles y otra vegetación. El carbono almacenado en la biomasa forestal, la madera muerta, la hojarasca y el suelo es mayor - en conjunto - que todo el carbono presente en la atmósfera. A nivel mundial, se estima que las reservas de carbono en la biomasa forestal descendieron en 0,5 Gton al año en el período 2000-2010, principalmente debido a la reducción de la superficie forestal total.
  • Los incendios, las plagas y las enfermedades están causando daños cada vez mayores a los bosques de algunos países. En promedio, cerca del uno por ciento de la superficie forestal mundial se ve significativamente afectado cada año por los incendios forestales. Las plagas de insectos dañan unos 35 millones de hectáreas de bosque cada año. Los fenómenos climáticos extremos como las tormentas y ventiscas, y los terremotos, también provocaron graves daños durante la última década.
  • Desde el año 2000, setenta y seis países han desarrollado o actualizado sus políticas forestales y desde 2005, sesenta y nueve países - fundamentalmente en Europa y África - han promulgado o enmendado sus leyes forestales.
  • La recolección de datos para la Evaluación de los recursos forestales mundiales se está haciendo más exhaustiva y precisa. Los nuevos datos y la información adicional sobre la forestación y la expansión natural de los bosques en los últimos 20 años han permitido estimar de forma más precisa las tasas de deforestación y pérdidas por causas naturales. La nueva estimación mundial para el periodo 1990-2000 (próxima a los 16 millones de ha al año) es mayor que la anterior, debido a que ahora también incluye la deforestación en países que han experimentado un aumento neto de su superficie forestal.
  • Un estudio de teledetección de bosques, liderado por la FAO, con el muestreo de unos 13 500 puntos, cada uno observado en un periodo de 15 años, proporcionará para finales de 2011 datos aún más exactos sobre las tasas mundiales y regionales de deforestación.

Causas de la deforestación - la presión poblacional

La Comisión para la Cooperación Ambiental de América del Norte (CCA), ha puesto en línea un Atlas ambiental de América del Norte. Este instrumento nos puede ayudar a considerar cuáles pueden ser las razones para el "cambio de uso del suelo" o para la deforestación.

El Atlas interactivo está disponible en el sitio http://www.cec.org/atlas/sp.html

En la sección de ecosistemas terrestres, está el mapa de Cobertura del suelo, que permite ubicar a grandes rasgos la distribución de bosques, selvas, matorrales, pastizales y otras cubiertas de vegetación. En el contexto de los enfoques de Johann von Thünen, Ester Boserup o Norman Borlaug, pueden destacarse dos rasgos interesantes en ese mapa.

Por un lado, está al norte la enorme franja de bosques y áreas silvestres templados y sub-polares. Esta zona se ajusta bien a los conceptos de von Thünen: son zonas con buena cubierta forestal, que están lejos de las zonas más densamente habitadas por humanos. Pareciera que los costos de producción y de flete, harían que no fuera rentable abrir tierras a la agricultura y llevar los productos agrícolas al mercado. Podrían caracterizarse como zonas en las que aún no ha llegado la "penetración" de los usos agropecuarios del suelo.

Por otro lado, destaca la franja oriental de Estados Unidos y México, desde Nueva York hasta la Ciudad de México y la Península de Yucatán, tienen también una cubierta forestal considerable, pero tienen al mismo tiempo algunas de las mayores ciudades del subcontinente. La coexistencia de una mayor densidad de población y una cubierta forestal, no se ajusta al modelo de la "penetración" de la economía agropecuaria hacia las regiones forestales. Esa coincidencia sugiere más bien que se han desarrollado patrones tecnológicos que han permitido enfrentar la demanda creciente de la población sin eliminar del todo la cubierta forestal, como sugiere Boserup que sucede cuando la densidad de población crece.

El Atlas de la CCA, tiene otro mapa interesante. En la sección de "Influencia humana", está el mapa de Influencia humana en los ecosistemas terrestres. Basado en la densidad de población, la infraestructura de comunicaciones y la emisión nocturna de luz, este mapa muestra las áreas más afectadas por las actividades humanas. Sobrepuesto al de cobertura del suelo, se hacen patentes las dos tendencias mencionadas. Por un lado, la franja del norte de terrenos forestales templados y sub-polares se muestra como una vasta zona que se ha sustraído a la influencia humana y a la penetración de la economía agropecuaria. Pero por otro lado, la gran franja oriental, se presenta como la zona de mayor impacto de las actividades humanas y que conserva sin embargo, una cubierta forestal importante.

Haciendo zoom en México, se observan también patrones diferenciados. Por un lado, pueden verse zonas en donde la conservación de la cubierta forestal podría explicarse como la falta de penetración de la economía agropecuaria. Esto es evidente en la Sierra Madre Occidental, en la selva maya de Quintana Roo y Campeche, en la selva Lacandona de Chiapas y en la selva de los Chimalapas en Oaxaca. La prevalencia de terrenos de cultivo en la planicie costera, apoya también la idea de que la pérdida de cubierta forestal ha sido producto de la penetración de la economía agropecuaria. Pero también se observa la otra tendencia, en la que la fuerte influencia humana no ha llevado a la eliminación de la cubierta forestal, posiblemente debido a que se ha desarrollado una mejor capacidad agronómica y en general marcos tecnológicos capaces de enfrentar la demanda de alimentos sin tener que eliminar la cubierta forestal, siguiendo el enfoque de Ester Boserup.

Es notable la coexistencia de áreas forestales y las actividades humanas en el eje volcánico transversal, ya que en esa franja hay una cobertura forestal considerable y están las ciudades de Guadalajara, México y Puebla. En Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, se observa un patrón de mosaico de zonas deforestadas con alto impacto de actividades humanas y zonas con cubierta forestal, que sugieren también que existe un patrón tecnológico que ha permitido enfrentar la demanda de productos agropecuarios sin recurrir a la eliminación total de la cubierta forestal.

El Atlas ambiental de América del Norte, incluye también un mapa de los "Biomas Antropogénicos". En este mapa, se ubica de nuevo a nivel subcontinental, la franja templada y sub-polar del norte, como la zona en donde están los bosques silvestres y remotos. También se aprecian eriales silvestres y remotos en zonas de poca influencia humana. La mayor parte del resto del sub continente, son formaciones arboladas, forestales o agropecuarias en las que la estructura y funcionamiento de los ecosistemas tiene una influencia humana significativa. La franja oriental del subcontinente destaca como la zona más rica en ecosistemas forestales, aunque prácticamente todos ellos se consideran "antropizados".

De acuerdo con este mapa, para el caso específico de México, solamente las zonas áridas del norte, parte de la selva maya en Quintana Roo y Campeche, la selva de Chimalapas y porciones de la Sierra Madre Occidental se consideran silvestres o remotas. El resto son ecosistemas antropizados. Esto refuerza la idea de que la mayor parte del patrimonio forestal de México podrá perdurar, no en la medida en que se mantengan "prístinos", pues eso ya no es posible, sino en la medida en que se encuentren esquemas tecnológicos en los que se enfrenten las necesidades humanas sin tener que recurrir a la eliminación de la cubierta forestal.

Sitio relacionado: http://ecotope.org/anthromes/

jueves, 25 de marzo de 2010

Administración: Lista de participantes

Estimadas y estimados:

Se han ido agregando poco a poco participantes en esta lista de discusión sobre cómo detener la deforestación en México. Actualmente estamos:

Abelardo Castillo
Alejandro Jayo
Augusta Molnar
Víctor Suárez
Carlos Ortega
Francisco Chapela
Gonzalo Chapela
Grupo de Investigación, Asesoría y Acción para el Desarrollo Comunitario de Chiapas
Héctor Magallón
iximvl@yahoo.com.mx
Iván Zúñiga
jls_jesus en yahoo.com
Jorge Landeros
Juan José Lau
Raúl Álvarez
Marco Antonio González
Paloma Neumann
Patricia Gerez
Patricia Negreros
Sergio Madrid
Ariel Arias
marianaboy@partidoverde.org.mx
ocelotcihuatl@gmail.com
susana_ao@yahoo.com
Valeria Enriquez

Les pido una disculpa a los o las que no pude identificar por su nombre.

Para las y los que van llegando: pueden ver lo que hemos hablado visitando el sitio http://cerodeforestacion.blogspot.com/ o en el mailman de Greenpeace: http://mailman.greenpeace.org/mailman/private/cd2020-mx/

Si consideran que alguien más deba estar en la lista, puede inscribirse visitando la página
http://mailman.greenpeace.org/mailman/listinfo/cd2020-mx o avisen a Hector Magallon Larson o a Francisco Chapela, para que los inscribamos.

Saludos,

M.C. Francisco Chapela

Causas de la deforestación- Enfoques conceptuales

Al referirse a las causa de la deforestación, es común decir que este fenómeno se debe "al cambio de uso del suelo". Esto es absolutamente cierto, pues si la deforestación es la eliminación permanente de la cubierta forestal, eso significa que el suelo tendrá una nueva cobertura, no-forestal, pues se usará para otra cosa. Sin embargo no ayuda mucho a entender las causas de la deforestación. Dicho de otra manera, si aceptamos que la deforestación se debe al cambio de uso del suelo, deberíamos indagar sobre las razones por las cuales se decide cambiar de uso del suelo. Esta ha sido una reflexión que ha ocupado a muchos desde hace mucho tiempo. Algunos enfoques han influido a los analistas y políticos por mucho tiempo.

El modelo de von Thünen

Un economista alemán de la primera mitad del siglo XIX, Johann von Thünen (1783 – 1850), propuso un modelo que hasta la fecha sigue teniendo gran influencia. Von Thünen era además de economista, dueño de una finca en Mecklenburgo, al norte de Alemania y fue testigo de cómo los bosques y otras áreas silvestres se fueron convirtiendo en campos de cultivo. Este economista notó que las áreas silvestres más cercanas a la ciudad se convertían primero en campos de cultivo, mientras que otras áreas, tardaban más en convertirse aunque la calidad del suelo no fuera mala. Asumió entonces que la tasa de conversión de bosques y áreas silvestres a terrenos de cultivo, tenía una relación con la distancia al centro urbano.

Estas ideas, lo llevaron a proponer un modelo que describiría la deforestación o el cambio de áreas silvestres a cultivadas, en función del rendimiento de la tierra, los costos de producción, los precios en el mercado, los costos de flete y la distancia al mercado. (1)

De acuerdo con el modelo de von Thünen podría esperarse que el patrón de uso del suelo en un lugar determinado en un momento dado, consistiera básicamente en áreas de horticultura y agricultura intensiva en los sitios cercanos a un centro urbano, seguidas un cinturón de bosquetes para leña. A continuación, conforme uno se leja de la ciudad, encontraría áreas dedicadas al cultivo de granos y forrajes, después áreas de pastoreo y finalmente, áreas silvestres.

A lo largo del tiempo, el modelo hace suponer que, conforme la población urbana aumente, la demanda de alimentos crecerá provocando aumento en los precios de los productos agrícolas, que harían rentable abrir nuevas áreas al cultivo y de esta manera, veríamos un avance de las áreas de mayor intervención humana a partir de las áreas urbanas, en un proceso de penetración sobre las áreas forestales y silvestres. Muchas visiones neo-malthusianas siguen este patrón de razonamiento. Con este enfoque, tendríamos al aumento en la población como el gran motor de un avance continuo de las áreas cultivadas a expensas de los bosques y las áreas silvestres.

El papel de la tecnología

El agrónomo norteamericano Norman Borlaug (1914 - Sep 2009), enfocó el problema de otra manera. Propuso que el desarrollo de las técnicas agrícolas podría hacer más abundante la producción y más barato satisfacer la demanda creciente de alimentos y otros productos. La disminución de los precios de los productos agrícolas, desalentaría a los productores de zonas marginales, lo cual desanimaría la apertura de tierras al cultivo en zonas con fertilidad relativamente baja o en zonas de acceso relativamente difícil. Borlaug recibió el premio Nóbel en 1970 por ser uno de los arquitectos principales de la llamada "revolución verde".

El enfoque de Borlaug nos haría prever que las áreas de producción agropecuaria se concentraran en principio en las zonas más fértiles y accesibles, como el modelo de von Thünen sugeriría. Sin embargo, conforme la capacidad agronómica de un país se fuera desarrollando, la producción agropecuaria tendería a concentrarse más en los enclaves más favorables, revirtiendo incluso la apertura de tierras marginales al cultivo en zonas que se volverían menos competitivas conforme la productividad en los enclaves de alta tecnología creciera y los precios de los productos agropecuarios se redujeran. Desde este punto de vista, podríamos esperar que la dinámica de deforestación, estuviera vinculada sí a la dinámica poblacional y al crecimiento de la demanda, pero la capacidad agronómica del país de que se trate, modificaría enormemente el impacto de las demandas poblacionales sobre los bosques y las áreas silvestres.

Antes de Borlaug, la economista danesa Ester Boserup (1910 - 1999) observó que la tecnología juega un papel fundamental en la dinámica de uso del suelo. Ella documentó casos en contextos muy distintos, en los que después de observar cierto crecimiento poblacional y cierta deforestación animada por la demanda de productos agropecuarios, el propio crecimiento en la densidad de población, genera condiciones para saltos tecnológicos, o si se quiere, "revoluciones" como la de Borlaug. Esos saltos tecnológicos, cambian sustancialmente el peso de los factores de von Thünen (rendimiento, costo de producción, flete y precios) y explican por qué en la carrera entre capacidad de producir alimentos y la demanda asociada al crecimiento poblacional, no haya sido ganada a nivel global por la demanda. Para Boserup, el crecimiento poblacional no genera solamente aumento en la demanda de productos agropecuarios. Crea las condiciones para el desarrollo de la tecnología agrícola. (2)

(1) Der isolirte Staat in Beziehung auf Landwirthschaft und Nationalekonomie, oder Untersuchungen Uber den Einfluss, den die Getreidepreise, der Reichtum des Bodens und die Abgaben auf den Ackerbau auswben, Vol. 1, 1826

(2) The Conditions of Agricultural Growth: The Economics of Agrarian Change under Population Pressure (Chicago, Aldine, 1965)

Documento relacionado:

Criterios para la Caracterización del Proceso de Deforestación en México. Sergio Madrid Zubirán y Gonzalo Chapela y Mendoza. Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible / Red Mexicana contra la Desertificación RIOD-MÉX / Universidad Autónoma Chapingo. 1998

lunes, 22 de marzo de 2010

Deforestación en México - Tendencias

Estimadas y estimados:

Un último aspecto que debemos comentar sobre la deforestación, es el de las tendencias.

El documento de Francisco Takaki del INEGI, que comentamos en correos anteriores, nos da alguna información sobre dichas tendencias:

Una primera tendencia que se observa, que ya comentabamos en el mensaje del 17 de Marzo pasado, es que la deforestación parece estarse reduciendo de una manera consistente: pasó de 1 millón de has. anuales a fines de siglo, a 336,500 en 2002 (Takaki, 2010), a 260,400 has. en 2005 (FAO, 2005).

En segundo lugar, aunque la tendencia anterior debe alimentar cierto optimismo a favor de los bosques y selvas, los datos del INEGI, indican una tendencia a sustituir bosques naturales por vegetación secundaria arbolada y no arbolada, Areas de Uso Agropecuario y Zonas Urbanas, que hacia fines de siglo (1986) crecían a razón de 1,009,736 de hectáreas anuales y en los tiempos recientes (2002) crecían a razón de 754,211 has. anuales.

En tercer lugar, se nota una reducción importante de los bosques y selvas de más alto valor comercial, que son sustituídos en parte por comunidades vegetales degradadas. La mayor parte del valor de la producción forestal, proviene de los bosques de coníferas y de las selvas altas y son estos tipos de vegetación los que están sufriendo reducciones importantes.

En el caso de los bosques de coníferas, se observaban reducciones de 172,000 hectáreas anuales hacia fines del siglo. La pérdida de estos bosques valiosos se aceleró a 290,000 hectáreas anuales en los tiempos recientes.

En el caso de las selvas perennifolias, las reducciones anuales eran del orden de 183,000 hectáreas hacia finales del siglo XX y de 93,000 hectáreas en los tiempos recientes.

En resumen, mientras por un lado la reducción en la tasa global de deforestación permite considerar la factibilidad real de detener la deforestación en México en los próximos años, la ganadería extensiva, la agricultura y el crecimiento urbano, siguen reduciendo las áreas silvestres. Si bien tienden a afectar menos a los bosques, están mermando otros tipos de vegetación, que tiene importancia biológica y social. Por otra parte, los datos sobre la composición, muestran la reducción de los bosques y selvas de mayor valor comercial, lo cual habla de un descuido muy serio de los criterios de sostenibilidad en el manejo de los bosques y selvas para fines comerciales.

Conforme la cantidad de bosques y selvas que se pierden se va reduciendo, la calidad de la vegetación forestal va convirtiéndose en uno de los asuntos de mayor relevancia para lograr una buena política forestal en México.


Vegetación Secundaria


año hectáreas diferencia cambio anual
1980 32,456,346

1993 38,721,546 6,265,200 481,938
2002 42,367,942 3,646,396 405,155








Areas de Uso Agropecuario


año hectáreas diferencia cambio anual
1980 34,671,344

1993 40,612,390 5,941,046 457,004
2002 43,595,744 2,983,354 331,484




Zonas urbanas


año hectáreas diferencia cambio anual
1980 200,522

1993 1,120,838 920,316 70,794
2002 1,278,985 158,147 17,572


Vegetación secundaria, áreas agopecuarias y urbanas


año hectáreas diferencia cambio anual
1980 67,328,212

1993 80,454,774 13,126,562 1,009,736
2002 87,242,671 6,787,896 754,211


Bosque de coniferas


año hectáreas diferencia cambio anual
1980 16,196,295

1993 13,955,792 -2,240,502 -172,346
2002 11,339,555 -2,616,237 -290,693


Selva perennifolia


año hectáreas diferencia cambio anual
1980 6,381,979

1993 3,995,758 -2,386,220 -183,555
2002 3,157,560 -838,198 -93,133


M.C. Francisco Chapela